viernes, 26 de agosto de 2016

Señora Melancolía

En el verano también hay días lluviosos
porque, y es una conjetura a la que me aferro desde la laringe,
el cielo, sin importar cuán despejado se vea
necesita descargarse.

Y es que, hay ocasiones en que ni la vida misma cuenta,
en las que la grandeza de cada átomo circundante
pasa de ser una hermosa obra, para sentarse en la esquina, con nosotros
y desde allí, juntos rasgar telones, letras… parir un cataclismo.

Noches de fiesta en las que la tonada de todos ensordece
te alejas y bailas con las sombras de quienes yacen alegres
porque solo en ellas reflejas tu espina dorsal.

Hay horas, momentos, días, estaciones…
porciones espacio-temporales en las que tenemos derecho a llorar
derecho a morirnos un poco
derecho a contemplar las heridas en los pies y no anhelar más paso
derecho a ser espuma, deshecho de una ola quebrada en rocas.

Libertad de soltar letras de nostalgia encerradas en máscaras de rutina,
libertad de acurrucarnos en espirales húmedos y no resistir la luz de un sol…
Y es que, la vida arde y es hermoso mientras sucede,
pero, también está bien apreciar la belleza de los escombros y el polvo,
porque también yace vida en la melancolía,
y no es necesario sonreír ante el vacío o el frío,
a veces, invisibles veces, es necesario “defender” la tristeza.


Ilustración de: Belén Segarra