jueves, 22 de octubre de 2015

La lleva

Un tanto rota
ayer un tanto volátil.
Un tanto carcomida
hoy un tanto fragmentada.
Un tanto corrosiva
mañana un tanto perpleja.
Así estamos,
yo un tanto vuelta mierda
tú un tanto poseída de eufemismos.
Yo de este lado del río, nublado y ajeno,
tú atenta a la pesca.
Yo, no soporto este dolor en las venas,
tú juegas a sonreír.
Yo, aire y la nada,
tú, ellos y la magia inventada.
Yo, tú, nosotras,
en una misma epidermis
que se desprende,
se regenera,
se impregna un tanto de mierda
y sigue su andar.

Ilustración de: Silvia Pelissero

martes, 13 de octubre de 2015

Y qué si te aspiro

Y qué si te digo que en mis pestañas tengo alas,
un buen par de alas, que una lechuza en un amanecer
dejó caer de su nido para llegar directamente a mi cama.

Y qué si te digo que de mi manos emanan
cadenas fluviales, con veleros que nadie conduce.

Y qué si te digo que en otoño las hojas se enredan en mi pelo,
se tiñe de marrón y naranjas satinados,
un día más enmarañado que otro.

Y qué si te digo que en las mañanas
el sol corta como hermosos diamantes
que desangran, muertes ornamentadas,
dolores que destellan, muchos deslumbrados por el brillo,
yo, por la sangre.

Y qué si te digo que en las noches
juego origami a muerte entre mi pelo y la almohada,
entre mis pies y las sábanas,
entre mis rodillas y la penumbra,
entre mis tobillos y un par de omoplatos.

Y qué si te digo que hay escarcha en mi alma,
blanca por el frío, no por lo clara…

Y qué si te digo que hay días de armonías fascinantes,
y otros, de silencios cómplices…

Y qué si juego a enredarte en mi pelo,
y de repente hacerte una figura de papel
y echarte a rodar en el edredón,
cortarnos en diamantes y volver al nido,
donde todo inició.


Ilustración de: Benze

domingo, 11 de octubre de 2015

Historias de estación I

La primavera olvidó traer consigo sus colores,
¿Dónde están los magentas, verdes y rojos?
Solo consigo respirar en blanco y negro,
unos días más aguados que otros,
una rutina líquida que gotea entre mis manos,
que aún no logro moldear.

El cielo aquí corre de prisa,
las ventanas golpean con más fuerza,
los azulejos de las calles atrapan, consumen,
sonrío con la magia de sus árboles,
unos de algodón, otros en rosa, como un cliché cinematográfico.

Este lugar huele a libros viejos, a una librería en días de calor,
a un lienzo no vendido en la subasta,
a actuaciones estelares sin espectador.

La verdad es que sonrío aquí,
con el dolor a cuestas que olvidé vaciar antes de partir,
con la primavera que se resiste a salir.

Quise dibujarlo para ti,
llenar de tierra mis manos
seducirte un poco y susurrarte
una rutina casi absurda, casi ambigua,
caminar por las grietas de los azulejos,
perdernos en los aromas de la vejez,
recostarnos en las escamas de estos árboles,
y ser primavera tú y yo,
pintarte flores en la espalda, matizarnos en jardines vecinos.

Quise, lo recreé aquí dentro,
mientras jugué a ser un nosotros,
jugaste a ser un gran escritor,
un relator de magnas historias,
un arquitecto de sonrisas en vigas de cartón,
jugué a creerte y tú a ordenar palabras,
así que se vino abajo la partida,
no me agrada jugar en estaciones imaginarias.