jueves, 7 de junio de 2012

Madrugada basura


Hoy no regué la planta, tampoco tuve la necesidad de endulzar mi café. Alcé la vista a la ventana tan pronto me despertó el absoluto convencimiento que usted hacía lo mismo que yo, sin importar que fuesen las 4: 30 a.m.
Las persianas me permitieron divisar el azul grisáceo del cielo, las luces muertas de los postas y la ventana con la luz encendida al otro lado del mundo. Moví la almohada para el marco y prendí el cigarrillo cuarteado que fumábamos en los desvelos cómplices, imposible no traer a colisión el humo de soledades y tormentos compartidos. Nuestra compañía más que amor era un vicio.
4:35 a.m. cae un líquido salado de mis escasas pestañas a la mancha blanca que dejó una paloma en su vuelo incontinente.
4: 38 a.m. me pregunto por qué las palomas dejaron de ser aves para transformarse en los omnívoros de los zapatos y la plaga de los parques.
4: 39 a.m. acepté que usted tenía razón, soy dispersa y pienso cosas estúpidas cuando trato de encontrar verdades retóricas.
4: 45 a.m. recuerdo el azúcar y sus oportunos desayunos, la cocina nunca fue nuestro fuerte pero si nuestro refugio.
4: 50 a.m. interrumpo el recuerdo, necesito respirar.
5:00 a.m. el ruido ensordecedor y la vibración, me sacan del transe, el avión de las 5:00 a.m. que interrumpe mi sueño dos veces a la semana sigue su rutina. Esta vez lo puedo ver, aunque no es posible saber el destino, estoy segura que se dirige al lugar en donde usted está.
5:10 a.m. abro uno de los libros que están en el suelo de la habitación, huele a usted, a lecturas jamás hechas, sabe a tinta vieja, a tinta que muere… a tinta que se esparce en medio de las páginas que escribíamos cuando los besos reclamaban vacaciones.
5:20 a.m. arrojo el libro al rincón aturdido de zapatos, me ensordecen las risas que despertaban mis poemas de zapatos en usted.
5:30 a.m. me boto en la cama como un trozo de carbón en una hoguera…pero ésta no tiene fondo, mi caída se hace eterna, como si pudiera ver mi cuerpo hundirse en las paredes del sofá y difuminarse junto a las hojas pintadas de las sabanas.
6:50 a.m. por fin toco fondo, es hora de bañarme, sé que en la caída usted ha abandonado el lugar, y dejó de ver a la misma ventana.

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