domingo, 29 de septiembre de 2013

Adiós

En el tambaleo del reloj el minutero cayó por el barranco.
Uno hondo y profundo.
Un oscuro y palpitante fin.
A veces el horario se distancia del minutero,
a veces el segundero hace lo que se le antoja,
sin colores cálidos ni remordimientos muerde con fuerza al paisaje.
Pero, ¿Qué utilidad puede tener un segundero enamorado,
si lo que queda del reloj llora una pérdida?
Hay relojes que marcan por marcar,
otros que suenan más de lo que marcan,
incluso, existen relojes que a pesar de marcar, son más inertes que la paja.
Pero, aun así, en la diversidad del tiempo y del espacio,
en las infinitas bocas, en los infinitos brazos y poemas,
en las innumerables historias… aun así,
todos los relojes marcan un fin.
Una noche se duerme con el arrullo de un reloj,
y una mañana al despertar no será más que una lágrima cerrando el ciclo,
un reloj que volverá a iniciar con los engranajes de otro segundero. 




















(Imagen tomada http://www.diegomanuel.com.ar)

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