jueves, 2 de abril de 2015

Carne para regalo

Deja tus manos en el armario,
desviste tu piel y cuélgala cerca a la estufa.
Inhala hondo, deja tu aire en los cofres heredados.
Levanta tus brazos, toca la madera del techo,
pega allí tus huellas dactilares,
así no quedarán rastros.

Es hora de separar los engranajes de tus pies,
y fusilar a mansalva los aires racionales,
corta de raíz los ventrículos y ponlos a secar al sol,
lo demás morirá por sí solo...

Confía en los traga almas,
bota tus sienes a los caníbales,
allí seguramente, dejarás de sentir,
todo estará bien,
serás un puñado de polvo y huesos,
pero, de seguro, dejará de doler.

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