jueves, 30 de abril de 2015

Silencio

El juego de retorcer las entrañas,
malgastar el deseo y corromper las ilusiones.

Magia de un café en la avenida,
de una mirada de antaño,
de sillas menta,
una chimenea desdibujada,
y una ruidosa mesa.

Magia las sonrisas de vino,
un sofá de colores otoñales,
un deseo infantil hecho piel, humedad,
omoplatos, clavículas, tobillos…
Dalís homogéneos, óleos fundidos…
Magia tus ojos de sospecha,
el temor hecho estera,
las noches cómplices y púrpuras…

Magia desbordaba mi pecho,
magia gritaban mis piernas,
magia quebrantaban mis rodillas,
magia restauraba mi dolor,
magia destilaba de mis manos,
magia que pigmentaban mis pestañas,
magia que contraía pulmones
y nacían sonrisas,
magia de desvelos placenteros
y abrazos de intervalos.

Magia, gota a gota,
se hizo río y se escapó de las manos,
se extravió en medio de palabras jamás dichas,
de sentimientos estrangulados bajo fachadas de libertad.

Magia, tras rutinas ajadas, se hizo etérea,
tras silenciosas súplicas de colores, terminó en monocromía…

Magia tenía en mí,
magia con ansias de abrir los ojos cada día,
magia que no encontró hogar,
magia que perdió un ala en un sofá,
y la faltante se desprendió una mañana
al comprender que no había sido la única
en extraviar pequeñas partes de su ser en aquellas frías sábanas,
magia que no pudo más que sonreír con los pulmones agrieatados,
ser polen y dejarse llevar lejos de allí.

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