jueves, 18 de junio de 2015

Hipotérmica

Los escalofríos se vuelven recurrentes,
los días cada vez más atestados de bruma,
las noches parecen una trinchera,
amanece y debo cerciorarme si aún sigo en guerra.

Para qué molestarme en alzar la vista,
si ya sé lo que encontraré.

Un techo se desmorona
en diminutos cadáveres de rocío,
mientras desciende la temperatura.

Los músculos no reaccionan,
mi cuerpo se asemeja más a un erizo
con centro de flan, neutro y aguado.

Baja un grado, dos, tres, cuatro, cinco putos,
seis, arden las yemas de los dedos y las plantas de los pies,
siete, se borran las pecas de mis labios, se tornan violeta,
[oh violeta de mis entrañas, de mis hematomas de transeúnte torpe],
ocho, de escalofríos a convulsiones,
nueve, mi nariz juguetea con mis dedos a cinco metros de distancia,
diez, auroras se despliegan de mis pulmones…
Mierda, ya estoy muerta, bajo capas de hielo y un sueño anímico.


Ilustración tomada de Talenthouse.

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